Recién despiertos en el simple pero acogedor camping de la costa de Latina, nos viene una idea a la mente. ¿Por qué no realizar en este dìa todo el viaje completo hasta llegar a nuestro destino final? Por lo tanto, nos esperaba una larga jornada protagonizada por nuestra visita a Nàpoles, y desde allì, directamente al objetivo final: Catania, Sicilia. Un enorme desayuno era lo necesario para afrontar este último dìa de viaje y el cansancio acumulado durante el tour. Nos ponemos en marcha de nuevo entre las campiñas, y avanzamos màs y màs por las hermosas carreteras de la costa siempre bajo los magníficos rayos solares. Las carreteras se complicaban cada vez màs a medida que nos aproximábamos al sur de Italia. Llegamos a la entrada de Nàpoles con una diapositiva de fondo que acogía la belleza del mar y la impetuosidad del volcán Vesuvio, el cual es considerado uno de los volcanes activos màs peligrosos del mundo. En el pasado, màs concretamente en el año 79 d.c destruyò las ciudades de Pompeya y Ercolano, reduciendo todo a cenizas y matando tantísimas personas que quedaron atrapadas bajo la lava.
Nos esperaba también una aventura entre el “famoso” tràfico de la ciudad de Nàpoles, donde las reglas son una opción màs que una obligación... menos mal que Olga, que conducía, se lo tomò con filosofía y divertimiento!!
Nos sumergimos entre las minúsculas callejuelas adornadas con vestidos tendidos entre un edifico y otro, los numerosos ciclomotores que se atravesaban en mitad de la carretera y la gran cantidad de personas que caminaban entre los coches. Fuimos afortunados al encontrar un aparcamiento cercano al centro, junto a la Via Toledo. Vecino a ésta se encuentra el barrio español, el cual con el nombre de sus calles recuerda la importante ocupación borbónica en Nàpoles y en todo el sur de Italia formando el Reino de las Dos Sicilias en el siglo XVIII.
Después de pasear por la plaza Dante Aliguieri, de haber encontrado muchísimos perros vagabundeando por el lugar, y de familiarizarnos con el ambiente de la ciudad, uno de nuestros primeros pensamientos antes de continuar la visita por la urbe era el de comer una de las famosas pizzas napolitanas. Por lo tanto…. en busca de una pizzería!! Caminando por las pequeñas pero características calles del centro encontramos un restaurante tìpico “Un Murzil’ Saporito”. Estàbamos emocionadísimos, como si fuese la primera vez en nuestra vida que probábamos la pizza, y la sensación fue única de verdad: la auténtica pizza!!
Desde este momento ya estábamos preparados para descubrir Nàpoles en el poco tiempo que tenìamos. No muy lejos del restaurante visitamos el Plebiscito, caracterizado por la presencia del Palacio Real (antigua residencia de los Borbones y actualmente Biblioteca Nacional), la Basìlica de San Francisco de Paula, y una bellísima vista a las espaldas de la ciudad.
Junto a la plaza visitamos la histórica Galerìa de Umberto I, construida a finales del siglo XIX con fines comerciales. Muchísimos negocios (cerrados porque era domingo), preciosos mosaicos y arquitectura, y una estupenda cúpula forman parte de este magnìfico edificio.
Después de comprar algún que otro recuerdo y pasta de diferentes sabores, pasamos por el imponente Castillo Nuevo o Maschio Angioino, antigua fortaleza medieval y residencia de los franceses primero y los Borbones después.
El resto de la tarde lo empleamos en descubrir los secretos de los barrios antiguos, paseando por la famosa “ Spaccanapoli”, de origen griego, la cual es una de la màs conocida y animada calle de la metròpoli. Aun siendo dìa festivo tuvimos la suerte de encontrar algunos negocios abiertos, asì como tiendas artesanales que forman parte de esta parte de la localidad. Aquì es tradicional la elaboración de figurines y adornos tìpicos de los pesebres navideños.
Inmersos en los suburbios de la urbe encontramos casualmente un tipo que adivinando que nosotros éramos turistas, nos pregunta si hemos visitado la parte subterránea de Nàpoles. Nosotros que no sabíamos de la existencia de este lugar, ni de qué cosa se trataba, nos dirigimos curiosos a la entrada del sitio. Allì nos informaron de que se realizarìa una visita guiada a las galerìas subterráneas de Nàpoles y leyendo alguna cosa en la publicidad informativa que nos proporcionaron, descubrimos que estas cavidades tienen una antigüedad de 5000 años habiendo sido remodeladas después por griegos y romanos. Se utilizaron también como acueductos para trasladar el agua bajo la ciudad con mayor facilidad y màs tarde, durante la II Guerra Mundial, como refugio antibombas para los ciudadanos napolitanos y escondrijo de aquellos alemanes que escapaban camuflados. Entonces entramos junto a un grupo de personas y la guía, la cual nos acompañò durante toda la visita. Inmersos en los cubículos encontramos cosas realmente curiosas: restos de la guerra, piedras antiquísimas, recuerdos de los refugiados italianos y también alemanes, y otras tantas cosas como un pequeño museo con trajes militares y antiguos productos artesanales.
Después de esta visita fuera del programa, decidimos despedirnos de la hermosísima Nàpoles. Lo hacemos desde un punto alto en la ciudad, a los pies del Castillo de San Elmo, donde podemos admirar una fabulosa vista de la poblaciòn.
Y con esta panorámica terminamos nuestra última etapa del tour. Pero primero deberíamos recorrer otros 540 kilòmetros aproximadamente para llegar al lugar donde deberíamos embarcar en el ferry que nos dejarìa en Sicilia. Debemos decir que la autovía que nos lleva de Salerno a Reggio Calabria merece de verdad toda su mala fama. Fue sin duda la carretera màs peligrosa del tour y sobretodo atravesándola de noche!! Estàbamos llegando cerca del puerto después de casi 7 horas de viaje, y realizamos una pequeña parada en un área de servicio donde encontramos tantas personas que se dirigían como nosotros a Sicilia. Un hombre nos informa de una recientísima erupción del Etna… ¡Què bien sentirse en casa de nuevo (…Stefano…)! Acabado el trayecto en ferry nos encontrábamos ya en la región màs al sur de Italia en las primeras horas de la mañana.
El segundo volcán del día, el Etna, se divisaba cercano a Catania. Nuestros cuerpos estaban cansados, nuestras mentes llenas con tantísima información nueva. La satisfacción de nuestro primer viaje de aventura. Tanto cansancio reflejaban nuestras caras, que ni el padre de Stefano nos reconoció al cruzarnos con los coches. Pero finalmente nos miraba tan incrédulo que el cigarrillo que llevaba en la boca se le cayò casi quemándole los pantalones!! Ninguno sabìa nada sobre nuestra aventura…habíamos decidido mantenerla en secreto para darles a todos una gran sorpresa…. Ahora compartimos con vosotros, lectores, toda esta hazaña. Esperando que con nuestras historias hayais podido dejaros llevar por ese viento de emociones que a nosotros nos deja sin aliento……..
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