Uno de los elementos incompletos son las escaleras, que aún faltan de unos escalones y de la bóveda de ladrillos.
Primero hay que prolongar un poco las paredes que sostendrán la bóveda que voy a construir, cuidando mantenerlas paralelas a la pendiente de la rampa.
Para crear la cimbra de soporte voy cortando un trozo de cartón cilíndrico (parte de un rollo de papel igienico) y tras haberlo humedecido, lo coloco entre las dos paredes, de manera que se ajuste a la anchura de la escalera.
Cuando ya está seco lo aparto y le voy construyendo encima mi bóveda de cañón, como ya hice para el túnel subterráneo.
Los ladrillos son ligeramente más grandes de los que usé para el arco de acceso, así que no encajan perfectamente. Remediaré a ésto más adelante, por ahora me limito a verificar las juntas entre los muros y la bóveda (que deberá ser ajustada lijando un poco los bordes) y paso a trabajar en la cisterna.
Lo primero que haré será pegar definitivamente la puerta, que hasta ahora sólo estaba apoyada. Esta puerta no podrá ser abierta como la de la prisión.
Durante mucho tiempo estuve pensando si dejar algún objeto en el hueco de la cisterna: una moneda, un mensaje, un cofre lleno de oro... algo que pudiera ser encontrado por los mini-arqueólogos del futuro...
Sin embargo la indecision es demasiada, y al final vuelvo a poner la bóveda y lo cierro todo con cola, dejando la cisterna misteriosamente vacía (a parte del polvo que le ha caído en estas últimas semanas).
En realidad una idea para incluir un "cuerpo extraño" en el interior de la Domus la tendría, pero ya hablaré de eso en otro artículo.
Ahora la cisterna está terminada y la escalera tiene su bóveda de ladrillos, aunque todavía no alcanza su completa extensión.
Tras el barnizado no queda que volver a colocar las bóvedas y rematar los últimos detalles, como hice para los demás muros del sótano. Encima de la puertecita de hierro coloco una pequeña anilla que podrá servir de soporte para bajar el cubo del agua hasta el fondo de la cisterna. Coloco también de forma definitiva (o eso es lo que creo) la antorcha en la pared.
Vuelvo a repasar con la mirada toda la superficie de la cantina, luego levanto una vez más el embovedado y le meto manos a la despensa...
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