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Edicto de Granada / Editto di Granada

Creato il 31 marzo 2012 da Marvigar4

Edicto de Granada

Los Reyes Fernando e Isabel, por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, León, Aragón y otros dominios de la Corona – al prí­ncipe Juan, los Duques, Marqueses, Condes, órdenes religiosas y sus Maestres, señores de los Castillos, Caballeros y a todos los judí­os hombres y mujeres de cualquier edad y a quienquiera esta carta le concierna, salud y gracia para él. Bien es sabido que en nuestros dominios, existen algunos malos cristianos que han judaizado y han cometido apostasí­a contra la santa fe Católica, siendo causa la mayorí­a por las relaciones entre judí­os y cristianos. Por lo tanto, en el año de 1480, ordenamos que los judí­os fueran separados de las ciudades y provincias de nuestros dominios y que les fueran adjudicados sectores separados, esperando que con esta separación la situación existente serí­a remediada, y nosotros ordenamos que se estableciera la Inquisición en estos dominios; y en el término de 12 años ha funcionado y la Inquisición ha encontrado muchas personas culpables además, estamos informados por la Inquisición y otros el gran daño que persiste a los cristianos al relacionarse con los judí­os, y a su vez estos judí­os tratan de todas maneras a subvertir la Santa Fe Católica y están tratando de obstaculizar cristianos creyentes de acercarse a sus creencias.

Estos Judí­os han instruido a esos cristianos en las ceremonias y creencias de sus leyes, circuncidando a sus hijos y dándoles libros para sus rezos, y declarando a ellos los dí­as de ayuno, y reuniéndoles para enseñarles las historias de sus leyes, informándoles cuándo son las festividades de Pascua y cómo seguirla, dándoles el pan sin levadura y las carnes preparadas ceremonialmente, y dando instrucción de las cosas que deben abstenerse con relación a alimentos y otras cosas requiriendo el seguimiento de las leyes de Moisés, haciéndoles saber a pleno conocimiento que no existe otra ley o verdad fuera de esta. Y así­ lo hace claro basados en sus confesiones de estos judí­os lo mismo a los cuales han pervertido que ha sido resultado en un gran daño y detrimento a la santa fe Católica, y como nosotros conocí­amos el verdadero remedio de estos daños y las dificultades yací­an en el interferir de toda comunicación entre los mencionados Judí­os y los Cristianos y enviándolos fuera de todos nuestros dominios, nosotros nos contentamos en ordenar si ya dichos Judí­os de todas las ciudades y villas y lugares de Andalucí­a donde aparentemente ellos habí­an efectuado el mayor daño, y creyendo que esto serí­a suficiente de modo que en esos y otras ciudades y villas y lugares en nuestros reinos y nuestras posesiones serí­a efectivo y cesarí­an a cometer lo mencionado. Y porque hemos sido informados que nada de esto, ni es el caso ni las justicias hechas para algunos de los mencionados judí­os encontrándolos muy culpables por los susodichos crí­menes y transgresiones contra la santa fe Católica han sido un remedio completo obviar y corregir estos delitos y ofensas. Y a la fe Cristiana y religión cada dí­a parece que los Judí­os incrementan en continuar su maldad y daño objetivo a donde residan y conversen; y porque no existe lugar donde ofender de más a nuestra santa creencia, como a los cuales Dios ha protegido hasta el dí­a de hoy y a aquellos que han sido influenciados, deber de la Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta situación al estado anterior, debido a lo frágil del ser humano, pudiese ocurrir que podemos sucumbir a la diabólica tentación que continuamente combate contra nosotros, de modo que, si siendo la causa principal los llamados judí­os si no son convertidos deberán ser expulsados del Reino.

Debido a que cuando un crimen detestable y poderoso es cometido por algunos miembros de algún grupo es razonable que el grupo debe ser absuelto o aniquilado y los menores por los mayores serán castigados uno por el otro y aquellos que permiten a los buenos y honestos en las ciudades y en las villas y por su contacto puedan perjudicar a otros deberán ser expulsados del grupo de gentes y a pesar de menores razones serán perjudiciales a la República y los más por la mayorí­a de sus crí­menes serí­a peligroso y contagioso de modo que el Consejo de hombres eminentes y caballeros de nuestro reinado y de otras personas de conciencia y conocimiento de nuestro supremo concejo y después de muchí­sima deliberación se acordó en dictar que todos los Judí­os y Judí­as deben abandonar nuestros reinados y que no sea permitido nunca regresar.

Nosotros ordenamos además en este edicto que los Judí­os y Judí­as cualquiera edad que residan en nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas, sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso adelante a traspasar de la manera que si algún Judí­o que no acepte este edicto si acaso es encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes.

Y hemos ordenado que ninguna persona en nuestro reinado sin importar su estado social incluyendo nobles que escondan o guarden o defiendan a un Judí­o o Judí­a ya sea públicamente o secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus hogares o en otro sitio en nuestra región con riesgos de perder como castigo todos sus feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios.

Hágase que los Judí­os puedan deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias en el plazo estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la protección y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos puedan vender e intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro artí­culo y disponer de ellos libremente a su criterio que durante este plazo nadie debe hacerles ningún daño, herirlos o injusticias a estas personas o a sus bienes lo cual serí­a injustificado y el que transgrediese esto incurrirá en el castigo los que violen nuestra seguridad Real.

Damos y otorgamos permiso a los anteriormente referidos Judí­os y Judí­as a llevar consigo fuera de nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra exceptuando oro y plata, o moneda acuñada u otro artí­culo prohibido por las leyes del reinado.

De modo que ordenamos a todos los concejales, magistrados, caballeros, guardias, oficiales, buenos hombres de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro reino y dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y obedezcan con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den la clase de asistencia y ayuda necesaria para su ejecución, sujeta a castigo por nuestra gracia soberana y por la confiscación de todos los bienes y propiedades para nuestra casa real y que esta sea notificada a todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este edicto sea proclamado en todas las plazas y los sitios de reunión de todas las ciudades y en las ciudades principales y villas de las diócesis, y sea hecho por el heraldo en presencia del escribano público, y que ninguno o nadie haga lo contrario de lo que ha sido definido, sujeto al castigo de nuestra gracia soberana y la anulación de sus cargos y confiscación de sus bienes al que haga lo contrario.

Y ordenamos que se evidencie y pruebe a la corte con un testimonio firmado especificando la manera en que el edicto fue llevado a cabo.

Dado en esta ciudad de Granada el Treinta y uno dí­a de marzo del año de nuestro señor Jesucristo de 1492.

Firmado Yo, el Rey, Yo la Reina, y Juan de Coloma, secretario del Rey y la Reina quien lo ha escrito por orden de sus Majestades.

Il re Ferdinando e Isabella, per grazia di Dio, re e regina di Castiglia, Leon, Aragon e altri domini della Corona – al principe Juan, ai duchi, marchesi, conti, gli ordini religiosi e i suoi priori, signori dei castelli, cavalieri e a tutti gli ebrei, uomini e donne di qualsiasi età e a chiunque questa lettera può interessare, che la salute e la grazia siano con loro.
È ben noto che nei nostri domini, ci sono alcuni cattivi cristiani che si sono giudaizzati e hanno commesso apostasia contro la nostra santa fede cattolica, essendo causa per la maggior parte delle interazioni fra gli ebrei e cristiani. Di conseguenza, nell’anno 1480, abbiamo ordinato che gli ebrei fossero separati dalle città e province dei nostri domini e che esse fossero dotate di settori separati, sperando che con tale separazione la situazione si rimediasse e abbiamo ordinato che l’Inquisizione sia stabilita in questi domini; e alla fine di dodici anni ha funzionato e l’Inquisizione ha trovato molte persone colpevoli. Ancora siamo informati dall’Inquisizione e da altri del danno grande causato ai cristiani mentre interagiscono con gli ebrei ed a loro volta questi ebrei provano in tutti i modi a sovvertire la nostra santa fede cattolica e stanno provando ad invitare i cristiani fedeli a convertirsi alla loro credenza.

Questi ebrei hanno istruito questi cristiani nelle cerimonie e credenze delle loro leggi, circonciso i loro bambini e dato loro i libri con cui pregare e proclamato i giorni di digiuno e son venuti a contatto per insegnare loro i dati storici delle loro leggi, informarli su quando sono le festività della Pasqua e come osservarla, dare loro il pane azzimo e le carni cerimonialmente preparate ed insegnare loro le cose da cui devono astenersi, sia riguardo agli articoli dell’alimento che ad altre cose che richiedono il rispetto delle leggi di Mosè, unica accettata e come se non ci fosse altra legge o alla verità fuori di questa. E questo fatto è chiaramente basato su confessioni di tali ebrei e di quelli da loro convertiti che ha provocato danni grandi e il detrimento della santa nostra fede cattolica. E poiché abbiamo conosciuto che il rimedio per tali danni e difficoltà risiede nel troncare tutte le comunicazioni fra gli ebrei sopradetti e i cristiani e nel trasferimento loro da tutti i nostri domini, ci siamo contentati di ordinare detti ebrei da tutte le città e villaggi e posti dell’Andalusia dove sembrava che facessero i danni maggiori credendo che questo bastasse in modo che quelli di altre città e villaggi e posti nei nostri regni e tenute cessassero di commettere quanto menzionato. E perché siamo stati informati che né in questo modo, né con la messa in giudizio di alcuni degli ebrei sono cessati i crimini e le trasgressioni contro la nostra santa fede cattolica, per essere un rimedio completo per prevenire e correggere questi delitti e offese. Ed alla fede ed alla religione cristiane sembra che gli ebrei detti aumentino di giorno in giorno e in continuazione la loro malvagità e gli scopi nocivi laddove risiedono e conversano; e perché non c’è posto a sinistra per chi offende la nostra santa fede, tanto come quelli che il dio ha protetto fino a questo giorno come quelli che già lo sono stati, affinché questa chiesa della madre santa ripari e riduca la materia di cui si diceva in precedenza, dichiaro, che per la debolezza umana, potrebbe loro accadere di soccombere alla tentazione diabolica che li combatte continuamente, e quindi, se questa è la causa principale, gli ebrei detti se non convertiti devono essere espulsi dal regno.

Poiché quando un crimine detestabile è commesso da alcuni membri di dato gruppo è ragionevole che il gruppo sia dissolto o distrutto ed i minori coi maggiori saranno puniti; e coloro che col consenso della gente buona ed onesta vivono nelle città e nei villaggi e tramite il loro contatto potrebbero nuocere ad altri, devono essere espulsi dal gruppo di persone e malgrado i motivi secondari, perché potrebbero essere nocivi alla cittadinanza in quanto per la maggior parte questi crimini sarebbero pericolosi e contagiosi. Di conseguenza, il Consiglio degli uomini e dei cavalieri eminenti del nostro regno e di altre persone di cultura e savi del nostro Consiglio supremo, dopo molta discussione, ha acconsentito e deciso che a tutti gli ebrei e ebree sia ordinato di lasciare i nostri regni e che non sia concesso di ritornare mai.

Noi ordiniamo anche in questo editto che gli ebrei e le ebree di qualsiasi età che risiedono nei nostri domini partano con i loro figli e le loro figlie, servi e familiari piccoli o grandi di tutte le età alla fine di Luglio di quest’anno e che non osino tornare nelle nostre terre e che non facciano un passo avanti a trasgredire in maniera che se alcun ebreo non accetti questo editto se per caso viene trovato in questi domini o torni indietro sarà colpevole di morte e confisca dei suoi beni.

E abbiamo ordinato che nessuno nel nostro regno, non importa il suo stato sociale, includendo nobili, nasconda o salvi o difenda un ebreo o un’ebrea sia pubblicamente che segretamente fino alla fine di Luglio e nei mesi seguenti nelle loro case o in altri luoghi nella nostra regione con rischi di perdere come castigo tutti i suoi feudi e fortificazioni, privilegi e beni ereditari.

Che gli ebrei cedano le loro case e i loro possedimenti entro i tempi stipulati pertanto noi mettiamo il nostro impegno per la protezione e la sicurezza affinché fino alla fine del mese di Luglio possano vendere e scambiare le loro proprietà, mobili e qualsiasi altro articolo e disporre di essi liberamente a loro discrezione e che durante questo tempo nessuno debba arrecargli alcun danno, ferirli o recare ingiustizie a queste persone o a loro beni, il che sarebbe ingiustificato e il trasgressore incorrerà nel castigo per chi viola la nostra sicurezza reale.

Diamo e concediamo il permesso ai sopraddetti ebrei e ebree a portar con sé fuori dalle nostre regioni i loro beni e possessi per mare o per terra eccettuando oro e argento, o moneta coniata o un altro articolo vietato dalle leggi del regno.

Di modo che ordiniamo a tutti i consiglieri, magistrati, cavalieri, guardie, ufficiali, uomini buoni della città di Burgos e di altre città e ville del nostro regno e domini, e a tutti i nostri vassalli e persone, che rispettino e obbediscano a questa carta e a tutto ciò che essa contiene, e che diano il tipo di assistenza e supporto necessario per la sua attuazione, soggetti a punizione da parte della nostra grazia sovrana e alla confisca di tutti i beni e proprietà da parte della nostra casa reale e che sia notificata a tutti e che nessuno finga di ignorarla, ordiniamo che questo editto venga proclamato in tutte le piazze e luoghi di riunione di tutte le città e nelle città principale delle diocesi, e che sia proclamato dall’araldo in presenza del pubblico scrivano, e che nessuno faccia il contrario di ciò che è stato definito, soggetto al castigo della nostra grazia sovrana e la cancellazione dei propri uffici e la confisca dei loro beni a chi faccia il contrario.

E ordiniamo che si evidenzi e si provi se in tribunale con una testimonianza firmata specificando il modo in cui l’editto è stato emesso.

Dato in questa città di Granada il Trenta e uno di marzo dell’anno del nostro signore Gesù Cristo 1492.

Firmato Io, il Re, Io la Regina, e Juan de Coloma, segretario del Re e della Regina che lo ha lo ha scritto per ordine delle sue Maestà.

http://sefarad.rediris.es/textos/0decreto.htm

http://sefarad.rediris.es/textos/0expulsiondocs.htm



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